ARTE Y CREATIVIDAD: DESBLOQUEA TUS MIEDOS
Seguro que en muchas ocasiones, como también me está sucediendo a mí en este preciso momento, os habéis encontrado completamente desarmados frente a un lienzo en blanco. Da igual que sea un email, una presentación o una creatividad; el caso es que impone, ¿verdad?
Además, dependiendo de la dificultad, de nuestro grado de exigencia, de nuestras inseguridades o de la urgencia con que tengamos que llevar a cabo la tarea, ese respeto puede incluso llegar a convertirse en miedo. Y si ya dejamos que se descontrole la cosa, llegará el pánico, la parálisis, la sequía, la crisis, la desesperación, el bloqueo… ¡Horror!
Comienza entonces un camino lleno de baches con los que tropezarás, y de maleza que no te permitirá ver más allá de tus narices. Stop, no sigas por ahí, cuando eso ocurre hay que recalcular la ruta y enfrentarse con valor a la blancura infinita de tenemos delante. Pero, ¿cómo se hace? Keep calm y sigue leyendo.
Existen muchas formas para desbloquear la creatividad y empezar a tirar del hilo que nos llevará donde queremos: esquematizar conceptos, buscar inspiración, leer, observar (educar el ojo lo llamo yo), salir de tu zona de confort, viajar a las antípodas de esa primera idea de la que te habías enamorado y ver qué descubres… Pero incluso ahí, en ese mar inmenso de posibilidades que tenemos a nuestra disposición a través de los libros o internet, podemos llegar a perdernos.
Precisamente por eso es tan importante invertir tiempo en nosotros mismos, y no empezar a trabajar pensando en el resultado, si no enfocarnos en crear un proceso creativo propio que nos funcione, que nos llevará de la mano y nos ayudará a disfrutar del viaje hasta nuestro destino.
Dicho esto, y para que se entienda mejor la idea que intento transmitir, me gustaría que nos fijásemos de dónde viene la palabra “arte”. Originalmente viene del latín: ars, artis, hasta ahí bien, bastante obvio todo. Pero lo que seguramente no sabíais es que su raíz está en el término griego téchnē. Ajá, o sea, técnica, ¿verdad? Eso quiere decir que el “arte” en su sentido etimológico es una habilidad adquirida y como tal se opone a las facultades otorgadas por la naturaleza. Y aquí es donde yo quería llegar: desechemos de una vez y para siempre la expresión “yo es que no tengo talento”, o “no soy una persona artística, creativa…” Lo siento gente, pero no cuela. Está mal disfrazar el desinterés de falta del talento. Muy muy mal, ¿y sabéis por qué? Porque cada vez que lo hacéis estáis limitando infinitas posibilidades en ese camino del que hablábamos antes, y que os podría llevar por y hacia lugares sorprendentes.
La conclusión es clara: jamás dejéis de aprender, de practicar, de explorar y de equivocaros, ya que siempre es mejor hecho que perfecto, sobre todo cuando se trata de mejorar. Por eso, en vuestros momentos de sequía creativa y drama existencial debéis recordar que el arte no deja de ser una técnica, y que las técnicas se adquieren, pero siempre con dedicación, interés y pasión. Ahí está la clave, en los miles de folios manchados de tinta, parte importantísima del proceso de Alex Trochut, diseñador y tipógrafo; o en los mini-yos que buscan la mejor perspectiva de la escena que imagina Kim Jung Gi antes de ilustrarla. (Así lo explica el coreano en uno de sus vídeos, que por supuesto recomiendo, sobre su proceso creativo). Y ahora tú, ¿no sientes curiosidad por saber cómo es el tuyo?